La senda del té

Historia del té

Para escribir este artículo participé en inolvidables ceremonias del té y disfruté de miles de tazas, de muchas especies, de esta sensacional bebida.

De acuerdo con la leyenda China, el emperador Shen Nung descubrió esta bebida cuando estaba bebiendo agua a la sombra de un árbol silvestre, que se mecía cadenciosamente con los aires de primavera, casualmente unas hojas cayeron en la olla del emperador y este bebió la infusión, se sintió reconfortado y con una especial sensación de bienestar. El té había nacido.
Los indios atribuyeron el descubrimiento al príncipe Bodhi-Dharma, hijo del prudente rey Kosjuwo, quien partió en peregrinaje rumbo al norte de la vida, con el propósito de predicar el budismo a lo largo del camino. Al final del quinto año, estaba enfermo y débil, a sugerencia de los sabios recogió algunas hojas de un árbol especial, disfrutó de su infusión, se curó y por supuesto el remedio resulta ser el té. Sus extraordinarias propiedades le permitieron cumplir su promesa.
La leyenda japonesa le añade un toque sensual, cuentan que al final de los tres primeros años de peregrinación, el Príncipe Bodhi-Dharma un día soñó con todas las mujeres que había amado, parece que era todo un conquistador, al despertar, se avergonzó de su traviesa líbido y no se le ocurrió mejor cosa que hacer una promesa imposible de cumplir, no volver a dormir y de esta manera no podía volver a soñar con sus pecadillos. Cuando estaba a punto de sucumbir y quebrantar la piadosa promesa, ya que el sueño y el cansancio lo doblegaban, encontró un hermoso arbusto, mascó algunas de las hojas de té y descubrió que tenían la propiedad de mantener sus ojos bien abiertos y alejados los recuerdos pecaminosos, solo por un tiempo más, desde que me contaron esta historia siempre me ha parecido un poco exagerada, ya que dormir y soñar son parte sustancial de la vida.
Para escribir este artículo me he sumergido en el mágico mundo del té, he juntado una buena biblioteca especializada, que he leido de cabo a rabo. He navegado por el ciberespacio, como todo buen gastronauta. Entrevisté a muchos expertos, monjes, agrónomos, comerciantes y chefs.
Participé en inolvidables ceremonias del té y disfruté de miles de tazas, de muchas especies, de esta sensacional bebida. Como conclusión mayor, encontré mucha poesía en el sendero del té, que me atrevo a sentirla e interpretarla, como un aporte complementario entre líneas, de esta olorosa, sabrosa y caliente historia del té, que podemos comenzarla hace 5000 años.

1 Comentario en "La senda del té"

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erica ...

me encanta!

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1 de abr, 2013 - 16:21:04

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